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viernes, 6 de abril de 2018

UNO MÁS

Veo crecer a mi pieza TEA pero no es la única. Miro a todos sus compañeros de clase y veo cómo han crecido con él. Cómo se han hecho mayores día tras día y ante mis ojos. Los miro y todavía puedo oler la inocencia en muchos de ellos. Ese poder sorprenderse de cualquier cosa, esa emoción inmensa ante un pequeño detalle, ya sea un caramelo, un diploma o un plato lleno de dulces que quizás ni prueben. Y yo me emociono con ellos ya que con mi pieza TEA las emociones surgen de otros orígenes.

Miro a sus compañeros y a muchos de ellos los he visto crecer desde que tenían un año y es una pasada comprobar que todavía queda la esencia de aquel pequeño ser que recién había aterrizado a la vida.

Los miro y mi mente viaja al pasado. A momentos que a ojos de cualquiera son una soberana nimiedad pero que valen lo indecible para mÍ.

Me busco en el pasado en el primer año de cole, a la hora de entrar. Mi pieza TEA y yo cogidos como siempre de la mano. Y veo a C., tan pequeñita, correr feliz hacia nosotros, decirle :"hola, anau" y abrazarlo como si no hubiera un mañana. Ese abrazo diario, tan sentido, cada mañana, sí o sí. Y agradezco esa criatura rubia tirando a pelirroja mostrar ese sentimiento tan puro.

Y sigo viendo escenas. Y veo la mano de M. acariciar la redonda cara de mi pieza TEA mientras le pregunta cómo está. Y recuerdo esa foto de la guardería, esos dos niños , un M.  y otro mi pieza TEA cogidos de la mano. La primera mano infantil que mi pieza TEA aceptó coger. Y de nuevo veo la bondad en unos ojos pillos.

Y sonrío cuando recuerdo a N. o a A. decirle a sus mamis: "l.Arnau parla, ha dit bon dia". Y sonrío porque en el fondo fue una victoria de todos. Una victoria celebrada como si fuera la final del mundial de futbol.

O C. que tan alegre, disfruta columpiando a mi pieza TEA en el patio y no duda nunca en sonreirle y decirle feliz: "Adéu Arnau". Y sé que esta niña siente curiosidad infinita por Arnau, que lo observa y sabe que tiene su propia manera de hablar, y se ríe de las rarezas de mi pieza TEA, y sé que es desde la inocencia y la bondad.

Y A. , que a su manera acepta a mi pieza TEA y resignada comparte a su mami alguna que otra vez con mi pieza TEA... algún día hablaré de su mami... sí, porque por muchas cosas merece unas palabras en este rincón... pero será otro día.

Y recuerdo el primer cumple al que fue invitada mi pieza TEA. El cumple de M. Y veo a M. también sonriendo a mi pieza TEA, cada día. Y esa sonrisa si se oye un adéu de mi hijo.

Y sigo andando por momentos y veo a P., cuyo nombre fue el primero que pronunció mi pieza TEA. Cómo a su manera quiere estar con ella, que sea un niño más, que se alegra si aceptamos ir a pasar la tarde a su casa o tiene la oportunidad de venir a la nuestra.

Recuerdo cuando O me llamaba mama de Arnau y le regalaba piedrecitas y mi pieza TEA la cogía con su mullida mano...

El tiempo pasa, la vida sigue su curso y sé que cada vez habrá menos momentos bonitos que recordar. Sé que la distancia entre ellos será cada vez mayor. Sé que alguno de ellos acabará por meterse con mi pieza TEA. Sé que el futuro de mi pieza TEA no está cerca de ninguno de ellos. Sin embargo, nadie me hará cambiar de opinión. Los niños son buenos por naturaleza. No hay maldad, en sus inicios por esta aventura no saben qué es lo normal y qué no lo es. Sé que todos ellos han visto en mi pieza TEA a un niño, solo eso, con sus cosas, como tienen ellos también. Me quedo con eso, con los momentos vividos con mi pieza TEA, con esa naturalidad propia de estos pequeños seres.
Y también sé, que detrás de todos estos niños hay unos papis que valen mucho la pena, porque a su manera han entendido que debían inculcar el respeto, el cariño y la aceptación hacía mi pieza TEA.

Hoy solo es un post para recordar y no permitir que se olviden estos momentos.  Que con estos momentos me queda la esperanza de que algún día, nuestras piezas TEA sean un niño más, porque mi pieza TEA así lo ha sido durante estos años.

Aquí quedan... para siempre.






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