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lunes, 2 de enero de 2017

MÚSICA PARA MI PIEZA TEA

A mi pieza TEA le chifla la música. Canta las canciones que le gustan. Selecciona con mimo todas y cada una de las canciones que quiere oír dentro del coche. Y lo hace con esas dos palabras, sonidos celestiales para mi: "mamma, ania" (mama cambia). Fui yo  quien primero le enseñó a decir cambia. Y en un par de veces de oirlo, lo aprendió, pero lo hizo de tal manera que ese cambia se convirtió en una pesadilla cuando íbamos más de una hora en coche. Si se empecinaba en escuchar dos o tres canciones concretas no paraba de repetir "ania, ania" hasta llegar a la canción estrella del momento. Unos días más tarde, intentamos negociar con él, puesto que llegó un punto en el que si no cambiábamos de canción teníamos berrinche asegurado. La negociación era esa era la última que cambiábamos. Y lo aceptó. Hasta que decidió que cuando no queríamos cambiar la canción porque ya había sido el último cambio, él mismo decía "a utima" ... Y claro el babeo, nos empujaba a ceder a sus deseos. Más adelante, la negociación era: "escuchamos esta porque a papá le gusta, escuchamos esta porque a mamá le encanta" y, sorprendentemente, la mayoría de las veces acataba el deseo de papis. Y así seguimos, con el "mamma, ania" y las negociaciones pausadas. 

Pero no acaba aquí su amor por la música. Desde bien pequeño, tener un pianito de juguete era tener un tesoro, eran horas de tocar y tocar y seguir tocando, lo que fuera. Y alguna vez llegó a aprender las primeras notas de canciones infantiles que yo le tocaba, como el cumpleaños feliz.


Y hay veces que pienso que ojalá la economía fuera más bollante y pudiéramos llevarlo a algún sitio donde la música fuera lo importante, el eje de todo, donde él pudiera sentirse el rey del mundo, feliz asumiendo ritmos nuevos, o relajándose y centrándose para tocar y tocar teclas blancas y negras con sentido. Quizás algún día llegue el momento, no lo sé. Sé que primero hay que superar carencias, rigideces, comunicación con los demás, autonomía... Porque eso es lo primordial para la vida, para el día a día, para que su pasos hacia delante sean  firmes y positivos. Quizás llegue un día en que pueda plantearme llevarlo a musicoterapia. No sé si le aportaría beneficios o avances, o solo disfrute y diversión, pero con el tiempo sé que lo vamos a probar. Y lo sé porque este verano tuve la oportunidad de ensayar alguna sesión de musicoterapia. Fue un favor mutuo. Una chica simpática, agradable y dulce se atrevió con mi pieza TEA a preparar unas hipotéticas sesiones de musicoterapia. Una chica con un "treball de recerca" centrado en la música y en ayudar. Un trabajo de búsqueda de teorías e investigaciones, de trabajo de campo donde unió música y autismo. Donde mi pieza TEA fue, con toda la ilusión del mundo su conejillo de indias. Era verano y el tiempo es largo. Acepté la propuesta por ella, por atreverse a probar y pensar en los niños con autismo y por mi pieza TEA, para que ocupara horas del día con algo diferente, con algo que sé que le gusta. 

No sé si fue productivo. No sé si todo lo que ocurrió fue lo que María se esperaba. Porque mi pieza TEA no se dejó guiar, no quiso participar en muchas de las actividades que se le plantearon. Aunque sé el por qué. Y creo que María también. El teclado. Ese enorme teclado para él, para tocarlo a su rollo, descubriendo los tonos agudos y cortos y los tonos graves y largos. Intentando llegar a la vez a la primera tecla y a la última. Un piano con un sonido fuerte espectacular que hizo las delicias de mi pieza TEA en las tres sesiones que hicimos. Fue una buena experiencia. 

Entrar en aquella pequeña sala redecorada para mi pieza TEA, para hacerlo sentir a gusto, con esas canciones que tanto le gustan de fondo, con pompas de jabón, con plumas suaves para experimentar sensaciones y relajarse, con esos pictogramas que pretendían estructurar la sesión. Y esa sonrisa perenne en la cara de María, observando el primer día con miedo a mi pieza TEA y llevándolo poco a poco hacia ella. Fue bonito y emocionante trabajar con con gente joven, con personas que tienen ganas de descubrir el autismo más allá de los mitos que todos saben y a nadie gusta. Gracias María. Y gracias también por estas palabras que tanto me emocionaron cuando las recibí días antes de Navidad. 

Como siempre, lo adjunto en catalán y después lo transcribo al castellano.

"No sé com començar a escriure tot el que em va fer sentir l'Arnau durant alguns dijous d'estiu. No sé com començar, perquè no sé on trobar les paraules més dolces i boniques per poder-ho explicar. 

Tot va començar un dia de juny quan, sense pensar-m'ho gaire, em vaig preguntar quin podria ser el tema del meu Treball de Recerca. Buscava un tema bonic, que m'inspirès i que fes que no m'importessin les hores que hi dedicaria, perquè n'havien de ser moltes. Així doncs, vaig pensar en allò que m'agradava i en les meves aficions; el primer que em va venir al cap va ser la música, i després l'esplai del meu poble, amb l'objectiu de fer somriure els nens. També tenia clar, que d'alguna manera o altra, fent el treball, tenia ganes d'ajudar les persones, una o moltes. I així va sorgir el meu treball, aque tracta de la musicoteràpia en persones amb TEA. l qual encara li busco un títol, 

Vaig tenir la gran sort de trobar-te, Arnau. Molta sort.

El dia abans que l'Arnau i la Montse vinguessin a casa meva a fer una activitat de musicoteràpia, vaig haver de buscar i rebuscar fins trobar com fer una classe. A més a més, vaig transformar una de les sales de casa en una aula de música, amb un piano, panderetes, maraques, plomes i bombolles, moltes bombolles. 

Així doncs, va arribar el dia d'exercici com a "musicoterapeuta". He de confessar que estava molt nerviosa i no sabia ben bé com aniria tot. Quan l'Arnau i la Montse van entrar a "l'aula", vam estar parlant una estoneta, i l'Arnau, directe al piano. No el deixava de tocar. Ara provava una cosa, ara en provava una altra, i semblava que dins seu tot tingués sentit. Així vam fer dues sessions més. L'Arnau, capficat amb el piano, jo mirant-lo sense deixar de somriure i la seva mare fent fotos i ajudant molt. A poc a poc vam intentar atraure'l amb plomes i bombolles, fent que el piano quedés com a objecte secundari. 

El segon dia, i gràcies a la Montse, vaig sentir  l'Arnau cantar la cançó  'Cargol treu banya', mentre li fèiem pessigolles. Aquell dia, em va treure un somriure enorme. Però tinc un record, que guardaré per sempre més i que espero que viatgi sempre amb mi: l'últim dia que van venir a casa per fer la classe, l'Arnau va tornar anar directe al piano i no el va deixar ni un minut. Però aquell dia, mentre tocava el piano es va posar a cantar, ell sol, la cançó 'Uh oh no tinc por'. I dins seu seguia com una mena d'esquema: tocava unes tecles al piano, qualsevol, i quan jo començava a cantar la cançó perquè ell s'hi enganxes, ho feia, deixava de tocar el piano i m'agafava la mà. I així una i una altra vegada. L'abraçada que em va fer l'Arnau aquell dia la recordaré per sempre més.
 Moltes gràcies Montse per fer-ho tot tant bonic, divertit i senzill. I a tu Arnau, per ensenyar-me a no tenir por" (Maria)


Como siempre traducido: "No sé cómo empezar a escribir todo lo que me hizo sentir Arnau durante algunos jueves de verano. No sé cómo empezar, porque no sé dónde encontrar las palabras más dulces y bonitas para poderlo explicar.

Todo empezó un día de junio cuando, sin pensarlo mucho, me pregunté cuál podría ser el tema de mi Trabajo de Investigación. Buscaba un tema bonito, que me inspiran y que hiciera que no me importa las horas que dedicaría, porque habían de ser muchas. Así pues, pensé en lo que me gustaba y en mis aficiones; lo primero que me vino a la mente fue la música, y luego el esparcimiento de mi pueblo, con el objetivo de hacer sonreír a los niños. También tenía claro, que de alguna manera u otra, haciendo el trabajo, tenía ganas de ayudar a las personas, una o muchas. Y así surgió mi trabajo, que trata de la musicoterapia en personas con TEAdel que todavía le busco un título.
Tuve la gran suerte de encontrarte, Arnau. Mucha suerte.

El día antes de que el Arnau y Montse vinieran a mi casa a hacer una actividad de musicoterapia, tuve que buscar y rebuscar hasta encontrar cómo hacer una clase. Además, transformé una de las salas de casa en un aula de música, con un piano, panderetas, maracas, plumas y burbujas, muchas burbujas.

Así pues, llegó el día de ejercicio como "musicoterapeuta". Debo confesar que estaba muy nerviosa y no sabía muy bien cómo iría todo. Cuando Arnau y Montse entraron en "el aula", estuvimos hablando un rato, y Arnau, directo al piano. No lo dejaba de tocar. Ahora probaba algo, ahora en probaba otra, y parecía que en su interior todo tuviera sentido. Así hicimos dos sesiones más. Arnau, preocupado con el piano, yo mirándolo sin dejar de sonreír y su madre haciendo fotos y ayudando mucho. Poco a poco intentamos atraerlo con plumas y burbujas, haciendo que el piano quedara como objeto secundario.

El segundo día, y gracias a Montse, sentí Arnau cantar la canción 'Cargol treu Banya', mientras le hacíamos cosquillas. Ese día, me sacó una sonrisa enorme. Pero tengo un recuerdo, que guardaré para siempre y que espero que viaje siempre conmigo: el último día que vinieron a casa para hacer la clase, Arnau volvió ir directo al piano y no le dejó ni un minuto . Pero ese día, mientras tocaba el piano se puso a cantar, él solo, la canción 'Uh oh no tengo miedo'. Y en su interior seguía como una especie de esquema: tocaba unas teclas en el piano, cualquiera, y cuando yo empezaba a cantar la canción para que él se enganchas, lo hacía, dejaba de tocar el piano y me cogía la mano. Y así una y otra vez. El abrazo que me hizo Arnau ese día la recordaré para siempre.

Muchas gracias Montse para hacerlo todo tan bonito, divertido y sencillo. Y a ti Arnau, por enseñarme a no tener miedo."


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