MUCHAS GRACIAS POR SEGUIR NUESTRO BLOG

jueves, 9 de junio de 2016

HABLO DE HABLAR

Aún estamos en primavera, pero hay señales inequívocas de que el verano está a la vuelta de la esquina, esperando a ser disfrutado como siempre. Los primeros rayos de sol a través de la persiana a primera hora de la mañana amenizados por el cantar de golondrinas madrugadoras y del gallo de delante de casa, que, puntual, le canta al sol. Esas primeras gotas de sudor que impregnan la frente, los zapatos cerrados que hacen hervir los pies, o el pelo mojado por la nuca. Entrar en el coche y no notar el fresquito de la negra noche, sino un ambientillo caldeado ya a primera hora de la mañana... Poder estar hasta las mil en la terraza, mientras vigilamos a nuestra pieza TEA que anda saltando en la colchoneta o bajando y subiendo del tobogán de mil formas distintas, a veces hasta inverosímiles. Esas tardes largas, en las que el paseo lo tenemos que dar a partir de las siete de la tarde si no queremos asarnos con el calor. Esas playas que empiezan a llenarse de color, de vida, de olor a crema solar. Turistas por todos lados, rojos como pimientos de abusar del sol del Mediterráneo. Huele a verano, se siente el verano. 
Me gusta el verano, no por el calor, ni por la locura de gente que se mueve de aquí para allá. Me gusta el verano porque rompemos con todo. Con los horarios, las rutinas, con el irse a dormir puntual, con el despertarse puntual (está claro que es para quien tiene vacaciones). Y es ese momento de largo paréntesis en que mi pieza TEA es un niño más, donde no suele haber esa provocación diaria a comparar. Cada verano me trae cosas buenas y bonitas con mi pieza TEA. Le veo feliz en la playa, riendo a carcajada limpia mientras ve llegar las olas, o sonreír feliz mientras flota en el agua. Son nuestros momentos. Los que más me gustan, los que me traen más sonrisas y los que más me hacen olvidar que la palabra autismo sobrevuela permanentemente en nuestra casa. 
Y este año, en este momento, sueño con que sea el verano de las palabras. Y sólo veo eso. Y lo veo porque estoy en lo alto de la famosa montaña rusa. Mirando el paisaje, haciéndole fotografías para que quede para siempre en el recuerdo, para que permanezca vivo en mi mente. Estamos observándolo todo. Con miedo, agarrados fuertemente de las manos por si a caso arranca de nuevo sin previo aviso y bajamos en picado. Es un miedo silencioso, o más bien acallado por todo lo que está ocurriendo estos últimos días con mi pieza TEA. Puede más la emoción del seguir ahí arriba y seguir subiendo y subiendo que el miedo a resbalar y caer, ir hacia atrás y no poder volver a subir. 



¿De qué hablo? ¿qué sucede? Hablo de voz, de palabras, de consonantes, de repeticiones. Hablo de hablar. Hablo de decir. Hablo de sonreír ante esa vocecilla que empieza a despuntar. Hablo de que alguien me diga adiós y no sea yo sola quien responda. Hablo de la voz de mi pieza TEA.
Poco a poco le ha dado por repetir algunas frases o palabras que decimos en casa. Hola, adéu, bon dia, bona nit... repetir a la bañera, a cenar, a dormir.... y observar que cuando le felicitamos él sonríe porque sabe que lo ha hecho bien. Estamos en una nube, de esas blancas de algodón, tan blancas que parece que la estrenemos. Y es una gozada. No sé dónde estará el límite, no sé si seguiremos pa'lante o habrá días que la voz se apague. Sólo sé que no puedo parar de grabar esa vocecita diciendo "mmmmm que bo!" mientras se come un yogur, o cuando dice hola y adiós. Y él sabe que nos gusta, que nos hace felices oírlo. Y es por eso que cuando repite o dice alguna palabra me mira por el rabillo del ojo, como esperando esa recompensa, ese beso, ese achuchón, esas palabras o aplausos.

Quizás ha llegado el momento de abrir la caja multicolor. Aquella que Arnau no podía abrir. Estamos en ello, haciendo palanca desde casa, alentándonos desde la escuela. Y sus compañeros ahí están. Degustando a su manera ese Bon dia tan esperado. Y es que mi pieza TEA por fin dijo "bon dia" en clase, y ese día sus compañeros le aplaudieron y le volvieron a aplaudir cuando el repitió ese precioso "bon dia". Y lo valoraron y se rieron con él y fueron felices con él. Tan tan felices que hasta más de uno que lo sintió como la noticia del día se lo explicó a sus papás como algo grande. Y es que ellos, sin saberlo también quieren que se abra la caja multicolor de las palabras de mi pieza TEA.

  


No hay comentarios:

Publicar un comentario