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lunes, 31 de agosto de 2015

SE ACABÓ

Y llegó. Como cada año, hoy último día de vacaciones. Se acabaron estos días que nos liberan un poquito de nuestras realidades. Hoy es día feo. Desde siempre. Le llámabamos último día de vacaciones cuando éramos pequeños pero no tenía nada de vacacional. No tocaba playa, no tocaba aperitivo, no tocaba siesta después de comer, sólo había prisas. Prisas volver a hacer maletas, prisas por guardar todos los cd's, cartas, dominó, libros, libretas, bolis...  Mientras, mi madre limpiaba el apartamento alquilado. Y una vez todo recogido empezaba el juego de tetris para que todos los paquetes cupieran en el maletero. Un juego sólo para personas pacientes. Y ahí mi padre, no sé cómo, pero lo conseguía. Después se devolvían las llaves al casero y el sonido de la puerta del coche al cerrarse ponía definitivamente fin a los días de ensueño, ajenos a realidades a veces odiadas a veces queridas... Un largo paréntesis donde normalmente sólo se aceptaban las alegrías, risas con la familia y los amigos.
Hoy es día de transición. Después de dos meses de playa y familia volvemos con ganas de darlo todo. En breve mi pieza TEA iniciará un nuevo camino en el cole de "los mayores". Nuevos espacios, nuevas personas, nuevas normas, nuevas rutinas.... Un sinfín de nuevos/as para los que no sé si está preparado. Pero da igual. Hay que pasar por ello.
Pero mientras no llega este día, es hora de recordar y valorar todas las cosas que ha aprendido mi pieza TEA este verano. Y es que ha habido un montón de pequeños grandes aprendizajes que merecen la pena ser recordados. Arnau ha aprendido a disfrutar de la playa. Se ha embadurnado de arena como una croqueta, ha descubierto el placer de enterrar los pies debajo de la arena y de golpe sacarlos a la luz. Ha aprendido a tratar con las olas, las que suavemente avanzan y con las que sólo debes dejarte llevar, con las olas un poquito altas pero amables que te arrastran alegremente hasta la orilla y también con las olas más juguetonas, aquellas que disfrutan salpicando las caras con fuerza y desequilibrando cuerpos valientes. También ha descubierto lo que se debe hacer cuando te zambulles: coger aire, cerrar boca y cerrar ojos. La playa también nos ha dado momentos de disfrutar juntos, saltando las olas, correr hasta tirarnos de cabeza, culo, de lado,... dentro del agua o salpicarnos sin parar.  


Ha espabilado con el comer solo, casi sin mancharse, a subirse y bajarse calzoncillos rápidamente sin que nadie tenga que ayudarle, ha aprendido a quitarse el plato de la mesa y poner cada cosa en su sitio. También ha aprendido un poquito a compartir espacio con sus primos e incluso compartir algún momento de juego. Ha disfrutado de las piscinas de bolas y de los diferentes toboganes que nos hemos encontrado por el camino, ha experimentado con temperaturas (agua natural o agua fresca.. decidiendo como su mami que el agua fresca está buenísima). Hemos comido en diferentes restaurantes y se ha portado como un campeón, sin atar a una trona y esperando pacientemente sentado en la mesa con algún cuento o con su móbil y sus juegos. 
Pero además, el regalo más grande, más hermoso que me ha hecho mi pieza TEA se ha producido esta última semana. Él no habla, si alguna vez dice alguna palabra, se come todas las consonantes y escoge sólo las vocales. Sigue así, pero utiliza su lenguaje vocálico para pedirme canciones que quiere que le cante. Con esa sonrisa pícara y esos ojos tan vivos me dice la primera frase de la canción que quiere escuchar. Y eso es muy importante, es un gran paso a mi modo de ver. Porque por primera vez sé que comprende una de las funciones del habla: pedir. Sé que son tan sólo canciones, pero son nuestro mayor punto de conexión desde bebé y ahora expresa sus deseos.
Es por eso que, como dice la canción, el final del verano llegó, y afronto esta nueva temporada con optimismo, con la esperanza de nuevas sorpresas y regalos inesperados.
Mientras, seguiré cantando para mi pieza TEA, porque como una vez alguien me dijo:"no dejes nunca de cantar".


martes, 11 de agosto de 2015

LOS HÉROES DEL SIN PAÑAL

Cuando empieza el buen tiempo proliferan los artículos, post, infografías y demás hablando sobre cómo sacar el pañal a nuestros peques, dando buenos y algún mal consejo para que esta primera fase ir sin pañal sea más llevadera para los papás y sobretodo mamás y menos "traumático" para los enanos.

Yo sólo os contaré cómo pasó con mi pieza TEA, mi experiencia con él, porque sigo creyendo que cada niño es un mundo y lo que le va bien a uno a otros les resulta nefasto. El caso es que cuando nos encontramos en esta situación lo primero que tenemos que tener claro es cuándo deberíamos quitar el pañal. Como maestra, solía proponer quitar los pañales a los papás cuando el niño cumplía los 2 añitos. Sin embargo, la experiencia es un grado, y no todos los niños están preparados para este nuevo reto. Así que cuando llevaba dos años trabajando con pequeños de 2 a 3 años, decidí que antes de iniciar este proceso, los peques debían practicar. Así que aunque era mucho más trabajo para mí, establecí rutinas de pipí (al llegar al cole, después de desayunar, después del patio, después de comer, al levantarse de la siesta, etc) y todos los niños de mi clase pasaban por el orinal. No importaba si el resultado era positivo o si era negativo. Lo importante es que se iniciaran en este hábito, que empezaran a establecer la rutina de bajarse pantalones, quitarse el pañal y sentarse en el orinal y llegado el caso empezar a sentir que pueden controlar otra parte más de su cuerpo. Pero las ventajas no sólo eran para ellos. Yo sacaba información muy valiosa de cara a dar el paso de proponer a los papás que su hijo o hija tendrían éxito si se les sacaba el pañal, por ejemplo, si su pañal estaba seco en el momento de ir al orinal, si los pipís eran largos, si estaban tan animados que ellos mismos lo pedían (o directamente se sacaban el pañal e iban a por el orinal).

Es por eso que creo que todos los papás y mamás deberíamos ir practicando este hábito antes de decir adiós al pañal. ¿pero qué ocurrió con mi pieza TEA?

Pues bien, Arnau se sentaba obedientemente en el orinal y jugaba un ratito con su piano, o le dejaba mi móvil, pero el pipí no aparecía por ningún lado. Evidentemente creo que no entendía el objetivo de estar sentado en el trono durante 5 -10 minutos. Y explicárselo, era algo inútil porque no atendía (tenía dos añitos y dos meses). Así que la frustración empezó a llamar a la puerta. Ya no era un reto sólo para él, sino que para mí significaba también mucho puesto que me daba rabia haber quitado tantos pañales en el cole y que a mi propio hijo me fuera tan difícil... Pero la vida, como todo, siempre te da sorpresas. Y una tarde, al meter a mi pieza TEA en la bañera ocurrió. Arnau se hizo pipí encima. Vio que de su colita salía líquido, y alucinó. Y se tocó y se volvió a mirar. A partir de ese día la rutina de hacer pipí en el orinal cada vez que lo ponía fue todo un éxito, Estuvo tres semanas llevando braguita-pañal puesto que en la guardería no sabían nada de estas rutinas caseras y tampoco creo que se plantearan que "teniendo lo que tiene Arnau" fuera una personita madura para entender y afrontar todo este proceso. Fuí yo quien lo propuso en la escuela cuando Arnau ya tenía sus dos años y cuatro mesecitos.... y desde entonces va sin pañal de día. 

Pero esto es lo que sucedió con Arnau. No lo que sucede con todos los niños. Y es por eso que debemos observarlos, practicar y sobretodo, lo más importante CONFIAR EN ELLOS, CREER EN ELLOS PORQUE ELLOS, COMO TODOS LOS NIÑOS, SON CAPACES. 

Cada niño vive a su manera este proceso, puede que sea traumático, como puede ser como un juego. Debemos acompañarles en este camino. No se trata de quitar el pañal y ya te apañarás. Ningún pequeñajo pedirá pis en los primeros días. Debemos ser nosotros su reloj, su alarma de "toca pipi, toca pipi". No debemos dejarlos mojados, es cruel para ellos, aunque muchas abuelas, mamis y otras voces "profesionales" digan que si se sienten mojados les da vergüenza, asco, molesto que ya no hacen nunca más pipí encima. Para mí no es un buen sistema, porque a mi no me gustaría que me dejaran mojada. Ah! y si el orinal no les gusta pero el váter sí,... adelante! Como dicen unas compañeras poner papel higiénico para que  puedan ver los resultados es una gran idea para los "vatereros".

Por último os dejo  una serie de reseñas de cuentos donde se habla de este tema y que para pueden ayudar a los peques a entender y afrontar con alegría esta aventura.