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miércoles, 8 de abril de 2015

VIAJANDO CON CUBOS

De vuelta por fin después de unos días fantásticos de minivacaciones. Es curioso cómo cambia la manera de viajar de ser dos a ser tres. De llevarte cuatro cosas a tener que pensar en ropa para el peque, jabones, cremitas, juguetes... 
Con Arnau el tema juguetes es fácil. Desde pequeño tiene un juguete que es como una extensión de su cuerpo. Vaya donde vaya, antes de salir por la puerta de casa debe llevarlo consigo. Lo tiene desde bien pequeñito, son unos cubos apilables. Es casi una obsesión. Pero no importa. Durante algún tiempo, quise quitárselos de sus juegos. Pensaba que si sólo jugaba con sus cubos no prestaría atención a otros juguetes... Mala madre! pienso ahora. Después de debatir si era bueno o no el tener una mano siempre ocupada por sus cubos decidí que no valía la pena. Sus cubos son su juguete favorito, como una muñeca en particular puede ser el de una niña o una pelota o un coche o un peluche. Todos los niños tienen su juguete preferido, aquel que se llevan a todas partes, que guardan en su mochilita cuando llegan al cole. No porque sea un niño TEA se le deben quitar. Vi claro que ese no era el modo de despertarle interés por otros juegos y juguetes. Además, sólo hace falta ponerse en el lugar de Arnau y comprobar que con sus cubos aprende varias cosas: los tamaños, de grande a pequeño y de pequeño a grande, que gracias a sus acciones estos pequeños cubos no son estáticos, que se pueden ordenar en fila o apilándolos, que no en todas las superficies la torre será estable. También los cubos sirven para jugar juntos. Iniciar un juego de "ahora pones tú y ahora me toca a mi", o jugar a hacer rodar los cubos (es su actividad favorita y con la que la carcajada limpia sale). En el baño nos sirven para mojarnos el pelo, podemos meter bolas de pastelina en los cubos, saltar con ellos en la cama elástica y un largo sin fin de acciones que en mi vida se me hubieran ocurrido.
Creo que es una cuestión de imaginación  y de estar atento a sus acciones. Mi opinión como madre es que debo respetar su ritmo, respetar sus intereses y luchar por despertarle otros; utilizar sus cubos para enseñarle cosas, crear nuevos juegos (como hacer equilibirios con un cubo o dos en la cabeza, jugar a esconder cubos, hacer castillos de arena con ellos.., )Él es feliz con sus cubos y allá donde vaya planta su torre. Y eso es lo único que en realidad me importa: que es feliz.



Así que desde entonces sus cubos nos acompañan a todas partes. Por suerte para nosotros mi pieza TEA sabe cuándo debe sacarlos del coche y cuándo no. Sabe que en el cole no se los debe llevar, sabe que a casa de los abuelos los puede llevar consigo pero que para pasear es mejor dejarlos guardados dentro del coche. Aunque no sabe que no deben tirarse por el balcón, ni tirarlos al río o dejar que se los lleven las olas. Los pobres cubos han vivido mil aventuras con Arnau, pero no hemos sufrido pérdida alguna y aunque roídos siguen aquí.Y nosotros sabemos que cada noche, antes de cerrar la luz, sus cubos deben quedarse recogidos cerca de su cama para que pueda verlos.



Es nuestro deber respetar esas pequeñas preferencias, transformarlas en algo positivo, sin necesidad de verlo como una obsesión. Sacarle partido para que nuestros peques sigan aprendiendo y creciendo como personitas fantásticas que son. Los demás... que piensen lo que quieran.

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